1. Iglesia y Convento de La Merced

La Iglesia de La Merced es uno de los máximos ejemplos del barroco ultramarino en Centroamérica. Su fachada presenta una rica ornamentación en estuco, con relieves geométricos, florales y figuras religiosas que combinan elegancia y movimiento visual. Este diseño, característico de la Antigua del siglo XVIII, refleja tanto la habilidad artística de los maestros constructores como la intención mercedaria de crear un templo que destacara en la vida urbana. El convento, aunque en ruinas, conserva espacios monumentales como el célebre patio con la pila de agua, reconocida como una de las más grandes del territorio colonial. Esta estructura evidencia la importancia de la orden mercedaria, cuyo trabajo incluía la liberación de cautivos y la asistencia espiritual en la región. Hoy, La Merced sigue siendo un punto central para las procesiones de Semana Santa, convirtiéndose en un puente entre la historia y la religiosidad contemporánea.

2. Iglesia y Convento de San Francisco el Grande

San Francisco el Grande se distingue por su relevancia espiritual, ya que resguarda los restos del Santo Hermano Pedro, cuya labor caritativa marcó profundamente la identidad religiosa de Guatemala. El templo actual muestra un refinado barroco colonial, con una fachada decorada en estuco y un interior que conserva retablos, imágenes de devoción y capillas laterales de gran valor artístico. El convento franciscano, parcialmente en ruinas, permite comprender la vida cotidiana de los frailes, quienes se dedicaban a la educación, la predicación y la ayuda social. Los patios, jardines y corredores del complejo transmiten un ambiente contemplativo que ha convertido a este lugar en uno de los espacios más visitados de la ciudad. La importancia histórica de los franciscanos se refleja en la gran extensión del conjunto, que en su época funcionó como centro de espiritualidad y hospitalidad.

3. Iglesia y Convento de Santo Domingo

El conjunto de Santo Domingo fue uno de los más majestuosos de la capital colonial. Los frailes dominicos destacaban en áreas como la educación, la filosofía, la teología y la dirección espiritual, lo que permitió que el convento funcionara como un centro de conocimiento y arte. Su arquitectura combinaba grandes claustros, amplias capillas, talleres de artesanía y espacios dedicados al estudio. Las ruinas actuales revelan la solidez de su construcción, con arcos monumentales, muros gruesos y vestigios de bóvedas caídas. Tras los terremotos, parte del sitio fue restaurado y hoy alberga un hotel y museos que conservan objetos arqueológicos y artísticos. Caminando por sus corredores es posible imaginar la rutina diaria de los frailes y la vida intelectual que caracterizó al convento en su época de esplendor.

4. Iglesia de San José (Antigua Catedral de Santiago)

La antigua catedral fue originalmente la iglesia principal de la capital del Reino de Guatemala. Su construcción, iniciada en el siglo XVI y ampliada con el paso de los años, dio como resultado un templo monumental, con múltiples capillas, sacristías y corredores. La fachada principal, todavía en pie, tiene un diseño sobrio pero elegante, con nichos que albergan imágenes de santos y grandes columnas que reflejan la majestuosidad del barroco. El interior en ruinas permite observar la escala del edificio, los restos de capillas mayores y las estructuras que sostenían el altar principal. Este templo refleja la importancia política y religiosa de la ciudad durante la colonia, pues la catedral era un símbolo del poder eclesiástico en Centroamérica.

5. Iglesia de San Pedro Apóstol

La Iglesia de San Pedro Apóstol está íntimamente vinculada al hospital fundado por el Hermano Pedro, por lo que su historia se entrelaza con la asistencia social, la compasión y la dedicación al cuidado de los necesitados. Su arquitectura es sobria, diseñada para ser funcional y acogedora, más orientada al servicio que a la monumentalidad. En su interior, se conservan imágenes devocionales y detalles que recuerdan la labor de los frailes hospitalarios y del propio Hermano Pedro. Este templo continúa siendo un lugar importante de peregrinación y un espacio de oración para quienes buscan consuelo espiritual.

6. Iglesia de Santa Clara

La Iglesia de Santa Clara formaba parte del convento de monjas clarisas, quienes llevaban una vida contemplativa, dedicada a la oración, el silencio y el retiro espiritual. Por ello, el diseño del conjunto transmitía serenidad: patios amplios, claustros armónicos y una fuente central que servía como punto de encuentro silencioso. Aunque hoy en ruinas, el templo conserva muros y arcos que reflejan la delicadeza del diseño original, con estucos finos y estructura equilibrada. Los terremotos destruyeron gran parte de la iglesia, pero lo que permanece sigue siendo un ejemplo notable de arquitectura religiosa femenina en la colonia.

7. Iglesia de la Escuela de Cristo

Este templo servía de sede para diferentes cofradías y hermandades que realizaban actividades devocionales durante el año. Su arquitectura presenta una fachada sobria y elegante, sin excesos ornamentales, lo que otorga al edificio un aspecto solemne y equilibrado. El interior ha sido restaurado para mantener su función religiosa y procesional. Es especialmente importante durante la Cuaresma y Semana Santa, donde se organizan procesiones tradicionales que recorren las calles de Antigua.

8. Iglesia de San Sebastián

San Sebastián es uno de los templos más antiguos de la ciudad, construido para servir a comunidades indígenas y mestizas que vivían en sectores cercanos. Su diseño responde a los primeros estilos arquitectónicos de la colonia, donde predominaba la simplicidad, la resistencia y la funcionalidad. Aunque ha sufrido daños por múltiples terremotos, conserva una presencia histórica notable. Este templo refleja la interacción cultural entre indígenas y españoles, además de ser un testimonio de las primeras etapas del desarrollo urbano de la Antigua.

9. Iglesia de San Agustín

El complejo agustino llegó a ser uno de los más grandes de la ciudad, con un convento dedicado a la enseñanza y labores religiosas. Actualmente, solo quedan muros y estructuras internas que permiten imaginar su extensión y diseño original. El templo tuvo un estilo característico, con amplios espacios destinados a la predicación y al encuentro comunitario. La sólida arquitectura agustina, aunque en ruinas, continúa siendo una referencia de la vida religiosa colonial y de la importancia intelectual de esta orden.

10. Iglesia del Carmen

La Iglesia del Carmen es un notable ejemplo de barroco en ruinas. Su fachada, muy ornamentada, presenta relieves decorativos elaborados que muestran la destreza de los artesanos del período colonial. El templo sufrió graves daños en terremotos, pero aun así conserva una belleza particular que lo ha convertido en uno de los escenarios fotográficos más emblemáticos de Antigua. Su cercanía al tradicional mercado de artesanías refuerza su presencia como punto de encuentro cultural y turístico.

11. Iglesia de Candelaria

Este templo, dedicado a la Virgen de Candelaria, fue un punto de gran importancia en los barrios del sector oriental de la ciudad. Su construcción reflejaba la devoción comunitaria y contenía elementos artísticos propios del barroco tardío. Aunque parte del edificio quedó en ruinas, la fachada conserva elementos coloniales que permiten comprender su importancia histórica. La iglesia participó activamente en el desarrollo social del barrio y en prácticas religiosas tradicionales.

12. Iglesia de La Recolección

La Recolección fue uno de los complejos más imponentes de la Antigua debido al tamaño de su iglesia y su convento. Los frailes recoletos construyeron un templo amplio y monumental, con muros sólidos y un diseño pensado para grandes celebraciones religiosas. Las ruinas actuales, con enormes bloques de piedra colapsados y arcos gigantes, son testimonio del esplendor que tuvo el recinto. Se considera una de las ruinas más impresionantes de la ciudad, y una ventana al pasado de la arquitectura monumental colonial.

13. Iglesia y Convento de Las Capuchinas

El conjunto de Las Capuchinas destaca por su diseño innovador, especialmente la torre circular donde se ubicaban las celdas individuales de las monjas. Este espacio único en América Latina demuestra la adaptación creativa de la arquitectura conventual. Aunque el templo está parcialmente en ruinas, aún conserva rasgos arquitectónicos que muestran la delicadeza de su diseño. El convento permite explorar la vida austera de las monjas capuchinas, su organización interna y su relación con la ciudad.

14. Iglesia de Santa Ana

Situada en uno de los barrios antiguos de la ciudad, la Iglesia de Santa Ana fue un centro de devoción popular. Su arquitectura es más sencilla que la de los grandes templos, pero conserva la estructura colonial característica, con muros gruesos, fachada sobria y detalles ornamentales discretos. Este templo refleja la religiosidad del pueblo y la importancia de las parroquias barriales en la dinámica social colonial.

15. Iglesia de El Calvario

Ubicada en el extremo sur de la ciudad, la Iglesia El Calvario forma parte del recorrido devocional conocido como la Calle de los Pasos. Su fachada es sólida y presenta una ornamentación moderada, acorde con su función procesional. Este templo ha tenido un papel destacado en la Semana Santa antigua, funcionando como punto de partida o llegada de procesiones. También refleja la religiosidad del pueblo y la importancia de los espacios periféricos en el desarrollo urbano.

16. Iglesia de La Merced 

La Merced Pequeña es uno de los templos menos conocidos, pero de gran valor histórico, porque representa una de las primeras sedes de la orden mercedaria antes de que construyeran la gran Iglesia de La Merced que hoy domina la ciudad. Su arquitectura responde a una etapa temprana de la colonia, con líneas más sencillas y menor ornamentación, aunque aún conserva elementos propios del barroco inicial. La iglesia sirvió como punto de apoyo en la expansión evangelizadora y como un espacio espiritual para pequeñas comunidades. Aunque actualmente no posee la monumentalidad de su versión posterior, sigue siendo un testimonio de la evolución arquitectónica y religiosa de la ciudad, mostrando cómo crecieron y se consolidaron las órdenes religiosas en Santiago de Guatemala.

17. Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios

Este templo fue construido en una de las áreas periféricas de la ciudad, donde se buscaba atender espiritualmente a poblaciones indígenas y mestizas. La devoción a Nuestra Señora de los Remedios se asoció históricamente con la protección contra epidemias y calamidades naturales, lo que convirtió a esta iglesia en un refugio espiritual para los habitantes de la zona. Su arquitectura es sencilla pero sólida, con muros gruesos y fachada austera, típica de los templos destinados a sectores más humildes. A pesar de los daños causados por terremotos, los restos conservan un ambiente de devoción popular que sigue presente en la memoria histórica del barrio.

18. Iglesia de San Jerónimo

La Iglesia de San Jerónimo perteneció a un complejo administrado por los jerónimos, una orden dedicada al estudio, la contemplación y la administración de bienes destinados al sostenimiento de hospitales y obras sociales. Aunque hoy quedan principalmente ruinas, estas permiten apreciar la magnitud del conjunto y el estilo arquitectónico característico, con amplios corredores, patios internos y espacios destinados tanto al culto como al trabajo comunitario. La labor de los jerónimos influyó en la educación y la asistencia social, y su templo fue un punto clave en el funcionamiento económico y religioso de la ciudad. Las ruinas evocan una mezcla de serenidad y solemnidad, recordando la vida intelectual de la orden.

19. Ermita de Santa Cruz

Una de las ermitas más antiguas de Antigua Guatemala, la Ermita de Santa Cruz fue construida en las primeras etapas de urbanización. Las ermitas cumplían un papel importante como espacios de devoción cotidiana para los vecinos que vivían lejos de los templos mayores. Su arquitectura es simple, con un diseño pensado para resistir el tiempo y las condiciones del lugar. Aunque de dimensiones pequeñas, funcionó como punto de reunión espiritual y comunitaria, especialmente para quienes no podían asistir con frecuencia a los grandes templos del centro. Su presencia reafirma la vida religiosa popular durante el período colonial.

20. Ermita del Santo Calvario

Esta ermita forma parte del conjunto devocional que culmina en el templo de El Calvario, siendo una parada clave en los recorridos penitenciales realizados desde la época colonial. Su arquitectura sobria, con muros blancos y diseño frontal simple, refleja la espiritualidad de la pasión y la penitencia. Las ermitas relacionadas con la Pasión cumplían un papel esencial en la preparación espiritual de los fieles y eran puntos importantes en las procesiones. A lo largo del tiempo, esta ermita ha conservado su valor simbólico y sigue siendo parte de la tradición religiosa de los antigueños.

21. Ermita de Santa Lucía

Ubicada en un sector tradicional de la ciudad, esta ermita está dedicada a Santa Lucía, patrona de la vista y protectora contra enfermedades oculares. Sus orígenes se remontan a las primeras etapas de la Antigua, cuando la población necesitaba espacios de oración accesibles y cercanos. Su diseño arquitectónico es sencillo y armonioso, con un altar que solía albergar imágenes muy veneradas por la comunidad. Aunque ha sufrido daños por terremotos, sigue siendo un símbolo de la religiosidad barrial y del fuerte arraigo de las devociones populares en la vida cotidiana colonial.

22. Ermita de Santa Catarina

La Ermita de Santa Catarina se ubica en una de las entradas de la ciudad y funcionaba como un punto devocional para viajeros y comerciantes que ingresaban o salían de la capital. Dedicada a Santa Catalina, famosa por su sabiduría y valentía, la ermita se convirtió en un refugio espiritual para quienes emprendían recorridos largos. Su fachada es modesta, pero posee la elegancia clásica de las ermitas coloniales. Representa un recordatorio de la Antigua como ciudad amurallada espiritual, donde cada entrada estaba marcada por un símbolo religioso.

23. Ermita de la Santísima Trinidad

Esta ermita, aunque menos conocida, fue un importante punto de oración para los habitantes del barrio en el que se encontraba. Dedicada al misterio de la Santísima Trinidad, su construcción respondía a la necesidad de descentralizar el culto y permitir que comunidades pequeñas tuvieran acceso directo a los sacramentos y actividades religiosas. La estructura, hoy mayormente en ruinas, conserva la sencillez arquitectónica de las ermitas coloniales y recuerda el profundo sentimiento religioso que impregnaba la vida cotidiana.

24. Ermita de Nuestra Señora de los Dolores

Esta ermita fue construida como un espacio de contemplación dedicado a la Virgen de los Dolores, figura central en las prácticas de Semana Santa. Su arquitectura presentaba un estilo sencillo, adecuado para la meditación y el recogimiento espiritual. Fue un punto clave para cofradías que organizaban procesiones y prácticas devocionales vinculadas con la Pasión de Cristo. Aunque muy afectada por terremotos, su memoria sigue viva en las tradiciones religiosas locales.

25. Ermita de San Cristóbal

Situada en las afueras de la antigua ciudad, esta ermita estaba dedicada a San Cristóbal, patrono de los viajeros, lo cual la convertía en un lugar de oración para quienes transitaban hacia los pueblos aledaños. Su fachada, de líneas simples y muros resistentes, protegía un altar donde los caminantes pedían seguridad en sus trayectos. Las ermitas dedicadas a protectores eran esenciales para una ciudad conectada por caminos comerciales, y esta en particular refleja la interacción entre religión y movilidad colonial.

26. Templo de la Compañía de Jesús

Una de las obras más importantes construidas por los jesuitas, este templo formaba parte de un complejo educativo y religioso que incluía colegio, iglesia y residencias. La arquitectura del templo destaca por su solidez, elegancia barroca y sentido de monumentalidad. Los jesuitas, dedicados principalmente a la educación y la formación intelectual, convirtieron este espacio en un centro donde se enseñaba retórica, filosofía, ciencias y teología. Tras la expulsión de la orden en 1767, el templo quedó abandonado, pero hoy se utiliza como espacio cultural. Sus muros evocan el poder académico y espiritual de la orden jesuita en la colonia.

27. Templo del Hospital de San Juan de Dios

Este templo estaba integrado al hospital administrado por la orden hospitalaria de San Juan de Dios, cuya misión era atender enfermos, pobres y personas en situación vulnerable. Su arquitectura, aunque menos ornamentada que la de otros templos grandes, respondía a un diseño funcional, cercano y adecuado para brindar consuelo espiritual a los enfermos. El templo formaba parte del sistema asistencial de la ciudad y revela la importancia que tuvo la caridad religiosa en la Antigua. Hoy, partes del complejo se mantienen en pie como recordatorio de esta labor humanitaria.

28. Templo del Convento de Belén

Este templo pertenece al histórico Convento de Belén, fundado para brindar educación y asistencia a niñas pobres y huérfanas. La orden belenita, influenciada por la obra del Hermano Pedro, se dedicaba tanto a la enseñanza como al cuidado espiritual. El templo refleja esa misión caritativa con una arquitectura sencilla pero digna, pensada para servir a comunidades vulnerables. Aunque gran parte del convento sufrió daños, aún conserva espacios que permiten imaginar la vida educativa y religiosa que se llevó a cabo en su interior. Es un ejemplo claro de cómo la espiritualidad y la labor social se integraban en la Antigua colonial.