Una ciudad que despierta con fervor
El Cuarto Domingo de Cuaresma, también conocido como Domingo Laetare, es una de las fechas más esperadas en Antigua Guatemala. Desde muy temprano, la ciudad colonial cobra vida con el sonido de campanas, el aroma a incienso y la preparación de alfombras de aserrín, flores y frutas que decoran las calles empedradas. La procesión de Jesús Nazareno de la Dulce Mirada, que sale desde la aldea Santa Ana, se convierte en el corazón de esta celebración.
Cientos de devotos y visitantes se congregan para admirar el arte efímero de las alfombras y acompañar el recorrido procesional, que atraviesa templos y rincones emblemáticos como la Catedral, La Merced y el Arco de Santa Catalina.
Una experiencia espiritual y cultural
Este domingo tiene un carácter especial: la liturgia permite vestiduras color rosado, símbolo de alegría en medio de la penitencia cuaresmal. La procesión refleja ese mismo espíritu: solemnidad y esperanza se mezclan en cada paso, acompañados de marchas fúnebres interpretadas por bandas musicales.
Para los turistas, es una oportunidad única de vivir la Semana Santa de Antigua Guatemala en su máxima expresión. No solo se observa una tradición religiosa, sino también la fuerza de una comunidad que transmite su identidad a través del arte, la música y la hospitalidad.
Al caer la tarde, muchos aprovechan para degustar platos típicos de la temporada, como empanadas de leche, torrejas o curtido, que se disfrutan en las calles y plazas mientras la procesión sigue su trayecto hasta la noche.
El Cuarto Domingo de Cuaresma en Antigua Guatemala no es solo un evento religioso, sino también una experiencia cultural y sensorial. Entre alfombras multicolores, imágenes centenarias y el calor humano de la comunidad, este día se convierte en una vivencia inolvidable tanto para locales como para visitantes.