Antigua Guatemala es un destino que combina historia, cultura y paisajes pintorescos. Entre sus tesoros menos conocidos se encuentran las plazas de San Juan del Obispo, San Pedro las Huertas y San Gaspar Vivar, espacios que invitan a la calma y a descubrir la vida local. Aunque cada una tiene su propio carácter, todas comparten el encanto colonial que hace famosa a la ciudad.

La historia y el color de San Juan del Obispo y San Pedro las Huertas

 Iniciando el recorrido, la plaza de San Juan del Obispo recibe a los visitantes con su iglesia pintada de un vibrante color ocre y rodeada de jardines bien cuidados. Además de ser un lugar para descansar, es un mirador natural hacia los volcanes. De aquí, la transición hacia San Pedro las Huertas es perfecta para quienes desean seguir explorando la autenticidad de las aldeas de Antigua Guatemala. Esta plaza, con su fuente central y sombra de árboles antiguos, refleja el espíritu comunitario del lugar. Aquí es común ver a vecinos conversando, niños jugando y turistas disfrutando de la tranquilidad.

San Gaspar Vivar: serenidad y tradición

 Siguiendo el recorrido, San Gaspar Vivar ofrece un ambiente aún más sereno. Su plaza, menos concurrida que las anteriores, es ideal para quienes buscan un momento de paz entre calles empedradas y casas de adobe. Desde aquí, se puede contemplar una perspectiva distinta de Antigua Guatemala, lejos del bullicio del centro, pero igualmente rica en historia y tradición.

En conclusión, las plazas de San Juan del Obispo, San Pedro las Huertas y San Gaspar Vivar son joyas escondidas que muestran otra cara de Antigua Guatemala. Conectadas por caminos llenos de paisajes impresionantes, invitan a detenerse, respirar y disfrutar del ritmo pausado que las hace tan especiales.